...escribir empieza cuando ya has olvidado qué es lo que te asustaba, pero aún tienes miedo.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Una señal o algo.

Quiero hablar del frío:
el frío es bueno para tomar café,
para acostarse,
para hacer el amor,
para que me diga "tienes las manos frías"
para fumar,
para ver películas de miedo a su lado,
para todo, el frío es bueno para todo.

martes, 12 de agosto de 2014

Dos gatos.

Todo eso de que hay trenes que sólo pasan una vez en la vida suena a cuento chino, pero si fuera cierto también puedes quedarte en la parada, intentando que no se congelen las últimas esperanzas de que aquello que recordaste sin querer, suceda. Por que eso de llorar a mares y que se te quede dentro ya me lo sé de memoria, lo que aún no tengo asimilado es como puede doler tanto olvidar; y como puede doler tanto dejar de viajar por todos y cada uno de tus lunares. Sigo añorando la forma en que te vas, y sobre todo, la forma en que te quedas. Inexplicable como casi todo lo que nos hace felices.

Como dice Sabina:

"Cuantas veces hubiera dado la vida entera
porque tú me pidieras llevarte el equipaje..."

Pero, ¿Por qué seguir? Por qué contar momentos de dos gatos que juegan a ser humanos si es tirar las últimas tuercas enganchadas.
Aún tenemos pecados compartidos.  

domingo, 6 de abril de 2014

Clavos.

Buscando el norte con una brújula pintada en el corazón con cicatrices. Todo de ti. Nada del mundo. Así de simple.

sábado, 22 de febrero de 2014

Nada sabe igual.

Se quedó hasta tarde, sentado en aquella mecedora, tapado con su manta a cuadros rojos y verdes, con la televisión encendida sin hacerle apenas caso. La soledad se le incrustaba en el pecho como si le estuvieran clavando cien puñales. Los maullidos de aquel gato negro cada vez eran más acentuados y aumentaban por segundo. La noche estaba despejada, apenas hacía frío. Pero su ausencia hacía que él si lo tuviera. Era de esas noches en que te entra el bajón y no sabes por qué. "Qué frío y qué mierda de soledad" dijo. A veces hablaba sólo, pero no estaba loco, al contrario. Locura era todo lo que podría llegar a hacer por Eme. Pero ya es tarde, se quedó con las ganas y ahora no sabe que hacer con ellas. Eso mismo le pasa con el tiempo, no sabía que hacer con él, y llegó un momento en que miró atrás, y pensó en todas las cosas que pudo hacer y no hizo. Pero eso ya es otro rollo. Creo que esperamos demasiado, y ponemos demasiadas excusas. Cierto día porque hacía tanto viento que teníamos que cerrar las ventanas, y otro día, quizás, porque ya era tarde y la puerta tenía que estar cerrada. Y ahora no sabe como decirle que tiene frío por las noches, y que los cigarros no saben igual si no es en su compañía. Que nada sabe igual. Tampoco quiere acostumbrarse a la espera, sabe que esperar es como callarse. Comprende que es otra forma de morir. Y es que cómo la echa de menos no hay en el mundo una tortura igual. Sólo necesita un: "Cariño, estoy aquí, vengo a salvarte." Difícil, ¿no? Soñar es gratis, y la realidad cara.

jueves, 23 de enero de 2014

Olores, sabores y sensaciones.

El olor del café a media mañana, el olor a lavanda de la ropa recién lavada, de la gasolina, de un rotulador permanente, de los chicles de menta y hierba buena. El olor del incienso mientras follamos como si nada ni nadie existiese. El sabor que tienen las fresas con nata en tu cuerpo. El olor del cigarro "de después". El de la lluvia al salir de casa un Viernes por la mañana. El de su perfume al abrazarlo, ese olor que se te introduce hasta en las entrañas. El sabor que te queda en la punta de la lengua después de darle un pequeño mordisco en el cuello. El olor del césped mojado, y el "sabor" que tiene cuando te tumbas a mi lado en él. La sensación de las 3 de la madrugada cuando entra el Sol por mi ventana. El sabor de sus labios, y de las cosquillas a todas horas. De su calor corporal ligado al mio. De la poesía de su boca. La sensación de escuchar los latidos de su corazón contra mi pecho. El sabor... Tu sabor. Nunca una droga fue tan sana. Y de eso estoy segura.
Que no hay olor, sabor y sensación que coloquen tanto como tú.

domingo, 19 de enero de 2014

No sé decirte lo que escribo.

Y no sé por qué pero me cuesta manifestar lo que siento. El decir cualquier cosa mirándote a los ojos nunca se me ha dado bien. Y muchas veces las circunstancias tampoco lo permiten. Simplemente, me consuelo con pensar que al menos la luz siempre se sitúa al final del túnel. Pero quieras o no, a veces, eso no ayuda, y la luz empieza a ser un triste y mustio objeto al que me aferro sabiendo que es una absurda idea. Que hay cosas que las tienes que sacar, no puedes dejarlas ahí, por que llega un punto en que no puedes más y estalla algo dentro de ti. A las preguntas de: "¿que te pasa?" ya no puedes contestar con un simple "nada", porque nada es lo que tiene sentido. En verdad, es triste, porque aún no he aprendido a pronunciar algunas palabras sin que duelan.
Y qué voy a decir si soy de las que piensa que vale más un silencio que cualquier palabra. Pero cómo me recitaste una vez, la soledad no puede apoderarse de mí, y tienes razón, porque tengo al Sol a mi lado cada día, cada 08:20 de la mañana,  y es suficiente para encontrarme a tiempo. Como en un pestañeo, dulce y delicado.
Siento no saber decirte lo que escribo.




viernes, 17 de enero de 2014

Mar infinito, historias sin contar.

Y estoy ahí sentada, en la orilla del mar, en la arena, sintiéndola entre mis dedos de las manos y de los pies, sintiendo cada brisa marina que recorre mi cara. Escucho silenciosamente el sonido de las olas del mar, el sonido de una explosión, una explosión de emociones, de pensamientos, y sentimientos. Una explosión de escalofríos que recorren mi cuerpo, una explosión que me llega hasta el fondo de mi alma, y su eco se queda en ella, disfrutando de la tranquilidad que se queda en mí. Disfrutando de lo increíblemente bonito que es ese momento, ese mismo instante en el que no dejas de mirar fijamente al mar, y te imaginas miles de cosas, miles de historias que se ahogan bajo las infinitas aguas, se ahogan en tus pensamientos. Escuchas bien, y de pronto escuchas susurros, susurros de miles de cuentos que cuenta el mar infinito, cada amanecer, cada día, cada atardecer, y cada noche.
El amanecer llega, con sus intensos colores y emociones. Unos colores increíblemente bonitos se expanden sobre el infinito del cielo, y se bañan en las olas del mar, el naranja intenso pinta al mar de su color, y no deja que se desvanezca tan fácilmente, no quiere irse, quiere ser infinito en tu memoria. El cielo azul que aún queda sin esos rayos, todavía quedan rastros de estrellas en él, y aunque no los veas siempre, no se van, se quedan ahí, esperando a que pidas un deseo que puedan cumplir.
El día que te envuelve en su calor eterno, y en sus sonidos de las olas. Te rodea el calor, tanto, que tienes que liberarte de él. Corres, corres y saltas con alegría hasta caerte en las frías olas del mar, sientes un eco de sensaciones en tu piel y cuerpo, sientes agua fría que no sólo es agua, son vibraciones, son olas, son sonidos calmantes, son historias que trae cada gota de agua en su interior, y cada una recorre tu cuerpo. Buceas, y abres los ojos. Ves el precioso fondo marino, y por un momento te da ganas de ser una verdadera sirena y no volver a la realidad.
El atardecer que de nuevo expande sus colores intensos sobre el cielo, y te traumatiza. Ves colores verdaderamente preciosos sobre el cielo, y el mar. Ves un río de color naranja sobre el azul fuerte del mar, y ese río te parece ser un camino hacia el sol, un camino hacia la felicidad. Quieres irte, quieres sentir ese calor en tu cuerpo, y quieres que ese momento no acabe nunca, quieres que ese atardecer se quede en tu memoria para siempre, junto a todos los otros preciosos atardeceres que has visto, cada atardecer que ves, piensas que es más bonito que el anterior. Pero no, ninguno es más bonito que otro, todos son inexplicablemente preciosos, y cada uno de ellos, te llega hasta el fondo de tu corazón, de tu alma.
La noche se vuelve oscura y sola. Invade al mar de un color totalmente oscuro, que te hace pensar que hay algo más que simple agua. Hay cuentos incontables, cuentos que nadie te podrá contar, si no el mar, con sus olas, y sus vibraciones. Sólo tienes que escuchar bien, y él mismo te contará sus secretos por susurros, susurros que te hacen creer que no estás sola.